Durante la semana del 15 al 22 de julio y en medio de la fría helada que atraviesa el sur del país, el Voluntariado de Santa María estuvo presente en los centros poblados de: Jachaña, Cucho Capilla, así como en la Escuela 40623 del anexo Ñequeta del distrito y provincia de Caylloma, pueblos que, por la altura en la que se encuentran, tienen como única actividad pecuaria la crianza de alpacas y llamas, por eso, la gente vive en las estancias. A estos pueblos llegó el Voluntariado de Santa María llevando ayuda solidaria consistente en ropa de abrigo, alimentos no perecibles y, al mismo tiempo, asistencia odontológica, médica y psicológica. Durante esta misión hemos vivido la belleza de la nieve, pero también hemos aprendido que esta es muy cruel cuando no se tiene lo necesario para enfrentarla.
Jachaña se encuentra a 4493 m.s.n.m. La población aquí es atípica, porque es mayoritariamente joven. En este poblado existe la Institución Educativa San Francisco de Asís en los tres niveles: secundaria, primaria e inicial. Los estudiantes viven allí, mayormente en casas alquiladas para poder asistir al colegio, pero los fines de semana el pueblo es casi desierto, porque los jóvenes y niños regresan a las estancias donde viven sus padres. Esta es una mediana solución al problema de la educación, pero al mismo tiempo genera que los jóvenes y niños vivan solos, casi a la deriva o solo a cargo de los hermanos mayores. El frío es intenso y bajo cero grados. La pobreza se percibe de varias formas: está la necesidad material, también la necesidad de la familia, de ser acompañados y escuchados. En Jachaña, además, hicimos un proyecto piloto de Muro Trombe en una de las casas. Es un proyecto que sirve para aumentar la temperatura al interior de la habitación y que esperamos poder replicar más adelante.
Un primer desafío que teníamos, además de ser una prioridad, en esta Misión, fue llegar al anexo de Ñequeta (4489 m.s.n.m.) Nos habían dicho que allí no llega ninguna ayuda; por eso, nos dimos a la tarea de conseguir un medio de transporte que nos lleve hacia allí porque no existe movilidad que haga la ruta. Conseguimos un camión y enrumbamos a Ñequeta. Al llegar grande fue nuestra sorpresa porque en el lugar solo encontramos la Institución Educativa 40623 (inicial y primaria), pero, está literalmente en medio de la nada, porque no existe una población alrededor de la escuela; los pobladores del lugar, todos, viven en sus estancias, los niños llegan a la escuela después de caminar 1 o 2 horas. Resulta increíble ver que niños de 3 a 11 años deben caminar bajo la lluvia y la nieve a través de los cerros para llegar a su escuela. Precisamente cuando llegamos caía una fuerte nevada, pero allí los encontramos, en un aula multigrado de primaria y un aula de inicial. Constatamos aquí una realidad que duele, indigna y avergüenza.
Llegar a Cucho Capilla (4515 m.s.n.m.) fue también otro desafío aleccionador, sin movilidad que nos transporte decidimos ir a pie (dos horas de camino); solo pudimos contratar una motocarga que nos ayudaría a llevar la compresora para la atención odontológica, así como las cosas que teníamos para compartir con el pueblo. En nuestra travesía, a pie y bajo una persistente nevada, vivimos la solidaridad y gratuidad, un extraño se detuvo en el camino y ofreció llevarnos en su camión, ayuda que aceptamos gozosamente. A Cucho Capilla pudimos llevar alegría y ayuda con ropa de abrigo y alimentos, además del servicio odontológico y médico principalmente a los niños. Otra constatación sorprendente es verificar que en pleno siglo XXI hay poblaciones en el Perú que se encuentran aisladas, porque no tienen acceso a un medio de transporte ¡por lo menos diario!
Llegar a estos pueblos con el Voluntariado de Santa María, siempre nos permite ver el “otro rostro del Perú”, ese que se congela de frío, de exclusión y olvido; ese que no se escucha, ni se siente; ese que nadie ve, o nadie quiere ver. Por eso, nuestros voluntarios buscan mirar, sentir y tocar este Perú de rostro distinto, para actuar en consecuencia.
Con el aniversario patrio “ad portas”, y en el terrible contexto de corrupción que se ha visibilizado, solo nos queda decir gracias Universidad Católica de Santa María, porque apuestas por profesionales cercanos a la realidad, sensibles al dolor y sufrimiento, profesionales de excelencia que ponen a los olvidados del Perú en primer lugar. (Carla Begazo Maica)